Uno de los factores de los que proviene la estética utópica, es una reorientación de la estética ilustrada a la antropología.
En las "Cartas", la idea de belleza se manifiesta como condición necesaria de la humanidad y es deducida a partir de la posibilidad y las capacidades de la naturaleza sensible y la racionalidad. Al igual que en la Ilustración francesa o el empirismo ingles, la naturaleza humana rebrota como referente, transmutándose en humanidad; la humanidad asumida como cualidad del ser humano, de la raza humana, de algo infinito a lo que aspira pero que nunca se alcanzara del todo.
El desplazamiento de la estética hacia el ideal, aproxima la disciplina a la utopía; la utopía social y la estética, son parte del mismo proyecto utópico. Las tensiones de las utopías se han instaurado siempre en ese tramo accidentado que separa y distancia el destino de lo estético en el sujeto trascendental y en el sujeto empírico, histórico, en el hombre de carne y hueso.
La estética utópica primitiva se percata de algo que tb ha alimentado el optimismo de la Dialéctica en el SXIX y de las vanguardias artísticas en su fase histórica: a pesar de que hay consciencia de lo engañoso de la unidad iluminista de la razón y la libertad, sobre la que se asentaba la propia concepción emancipadora de la naturaleza humana, la estética se inscribe en el horizonte de un proyecto de emancipación en el cual el ideal supone y se opone, sea de un modo idealista o materialista, a la sociedad burguesa que la ha legitimado. La estética aspira a vencer los antagonismos cosechados en la prosaica realidad histórica del ascenso de la burguesía, y que no se mantuviera como proclama ideológica en pugna con el hombre fragmentado o con la sociedad dividida. La fragmentación se convierte en la categoría antropológica que mejor refleja el mecanismo de antagonismos y de contrariedades.
En las "Cartas", la idea de belleza se manifiesta como condición necesaria de la humanidad y es deducida a partir de la posibilidad y las capacidades de la naturaleza sensible y la racionalidad. Al igual que en la Ilustración francesa o el empirismo ingles, la naturaleza humana rebrota como referente, transmutándose en humanidad; la humanidad asumida como cualidad del ser humano, de la raza humana, de algo infinito a lo que aspira pero que nunca se alcanzara del todo.
El desplazamiento de la estética hacia el ideal, aproxima la disciplina a la utopía; la utopía social y la estética, son parte del mismo proyecto utópico. Las tensiones de las utopías se han instaurado siempre en ese tramo accidentado que separa y distancia el destino de lo estético en el sujeto trascendental y en el sujeto empírico, histórico, en el hombre de carne y hueso.
La estética utópica primitiva se percata de algo que tb ha alimentado el optimismo de la Dialéctica en el SXIX y de las vanguardias artísticas en su fase histórica: a pesar de que hay consciencia de lo engañoso de la unidad iluminista de la razón y la libertad, sobre la que se asentaba la propia concepción emancipadora de la naturaleza humana, la estética se inscribe en el horizonte de un proyecto de emancipación en el cual el ideal supone y se opone, sea de un modo idealista o materialista, a la sociedad burguesa que la ha legitimado. La estética aspira a vencer los antagonismos cosechados en la prosaica realidad histórica del ascenso de la burguesía, y que no se mantuviera como proclama ideológica en pugna con el hombre fragmentado o con la sociedad dividida. La fragmentación se convierte en la categoría antropológica que mejor refleja el mecanismo de antagonismos y de contrariedades.
Inicia su incursión, contrastando el desfase entre la situación histórica del momento y el Ideal de humanidad, estando maduros para la revolución estética.
No se aboga por un retorno, sino por un progreso hacia delante, condicionado a la realización del ideal.
Para S. el panorama histórico es desolador, aunque se las promete mejor con la dicotomía entre lo manual y lo espiritual. Las oposiciones entre el arte y el provecho, entre el arte y la ciencia, son síntomas de las restricciones de los poderes reales del sujeto y de la necesidad de buscar un sustituto en el universo ideal de la estética.
Bibliografía: filosofia.tk
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